"Y toda la virtud que poseemos"
"Entonces los que cantan y los que danzan dirán: ¡Todas mis fuentes° están en ti!" Samo87:7 (B.Tx3)
"...Todas mis fuentes están en ti", Sal_87:7
El
Señor nunca "remienda" nuestras virtudes naturales. Él vuelve a hacer
al hombre por completo en su interior. "...Vestíos del nuevo hombre",
Efe_4:24. En otras palabras, encárgate de vestir a tu vida natural con
todo lo que armonice con la nueva vida. La vida que Dios implanta en
nosotros desarrolla sus propias virtudes nuevas; no las virtudes de
Adán, sino las de Jesucristo. Observa cómo Dios, después de haber
comenzado en ti el proceso de la santificación, hará marchitar la
confianza en tus virtudes y potencias naturales, hasta que aprendas que
tu vida debe nacer de la fuente de la vida, es decir, del Jesús
resucitado. ¡Dale gracias al Señor si estás pasando por una experiencia
de sequía!
La señal de que Dios está obrando en nosotros es que Él
destruye nuestra confianza en las virtudes naturales, porque no son
promesas de lo que seremos, sino los residuos que nos recuerdan para qué
nos creó Él. Nos apegamos a esas virtudes mientras todo el tiempo Dios
ha estado tratando de ponernos en contacto con la vida de Jesucristo, la
cual nunca se puede describir en función de las virtudes naturales. Es
muy triste ver a personas que tratan de servir a Dios y que dependen de
aquello que la gracia de Dios nunca les dio, pues su dependencia está
únicamente en lo que recibieron por herencia natural. Él no toma
nuestras virtudes naturales y las transforma, porque de ninguna manera
ellas pueden siquiera acercarse a lo que Jesucristo quiere. Ningún amor
natural, ninguna paciencia natural, ninguna pureza natural pueden
alcanzar la altura de sus demandas. Pero a medida que armonizamos cada
partícula de nuestra vida corporal con la vida nueva que Dios nos dio,
Él irá manifestando en nosotros las virtudes que caracterizaron al Señor
Jesús.
Y toda virtud que poseemos es sólo de Él.

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