¡Cómo pudo alguien perseguir tanto a Jesús!
"Y
al caer todos nosotros por tierra, oí una voz que me decía en lengua
hebrea: ¡Saulo, Saulo! ¿por qué me persigues? ¡Dura cosa te es dar coces
contra el aguijón! Hechos 26:14 (B.Tx)
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Hch_26:14
¿Estás
empeñado en seguir a Dios a tu manera? Nunca nos libraremos de esta
trampa hasta que se nos lleve a la experiencia del bautismo en el
Espíritu Santo y fuego (Mat_3:11). La obstinación y la terquedad siempre
lastiman a Jesucristo. Quizás no hieran a nadie más, pero hieren a su
Espíritu. Siempre que somos obstinados, voluntariosos y que nos
empeñamos en nuestras propias ambiciones, herimos a Jesús. Cada vez que
defendemos nuestros derechos y persistimos en que no vamos a ceder,
estamos persiguiendo a Jesús. Cada vez que insistimos en nuestra
dignidad, estamos contristando y perturbando a su Espíritu de modo
sistemático. Y cuando finalmente entendemos que es a Jesús a quien hemos
estado persiguiendo todo el tiempo, esto se convierte en la más
abrumadora revelación.
¿Es la Palabra de Dios muy penetrante y
cortante en mí cuando te la transmito, o mi vida traiciona lo que
enseño? Puedo dar lecciones sobre la santificación y, aun así,
manifestar el espíritu de Satanás, el mismo espíritu que persigue a
Jesucristo. Su Espíritu sólo está consciente de una cosa: la perfecta
unidad con el Padre. Él nos dice: "Llevad mi yugo sobre vosotros y
aprended de mi; que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso
para vuestras almas", Mat_11:29. Todo lo que hago debería tener como
base una perfecta unidad con Él y no la determinación voluntariosa de
ser piadoso. Esto implica que las personas fácilmente pueden
aprovecharse de mí, pasarse de listas conmigo o ignorarme por completo;
pero, si me someto a estas circunstancias por causa de ÉI, impediré que
Jesucristo sea perseguido.

No hay comentarios:
Publicar un comentario