La iniciativa contra el trabajo desagradable
"¡Levántate y resplandece, que llega tu luz! ¡La gloria de YHVH amanece sobre ti! Isaías 60:1 (B.Tx)
"¡Levántate, resplandece…!", Isa_60:1
Cuando
se trata de tomar la iniciativa contra un trabajo que nos parece
desagradable o pesado, debemos dar el primer paso como si Dios no
existiera. Es inútil esperar a que Él nos ayude, pues no lo va a hacer.
Sin embargo, tan pronto nos levantamos descubrimos que está presente.
Siempre que Dios nos inspira, tomar la iniciativa se conviene en una
cuestión moral, en un asunto de obediencia. Entonces, debemos actuar
para ser obedientes y no seguir acostados sin hacer nada. Si nos
levantamos y resplandecemos, Dios le cambiará el rostro a ese oficio
tedioso y servil.
Esta clase de trabajo es una de las mejores
pruebas para determinar la autenticidad de nuestro carácter. Es la labor
que no se acerca en lo más mínimo a lo que nosotros consideramos como
un trabajo ideal. Es una obra totalmente difícil, baja, molesta y sucia.
Y cuando pasamos por ella, se prueba nuestra espiritualidad porque
vamos a saber inmediatamente si somos o no espiritualmente auténticos
(ver Juan 13). En este capítulo vemos al Dios encarnado realizando la
más grande muestra de trabajo servil: el lavado de los pies de unos
pescadores. "Luego pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros
pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros",
Jua_13:14. La inspiración divina es necesaria si el trabajo desagradable
y servil ha de resplandecer con la luz de Dios. La forma en que algunas
personas llevan a cabo cierta labor santifica ese trabajo de ahí en
adelante. Puede ser un oficio corriente, pero se vuelve diferente
después de que hemos visto a esas personas realizarlo. Cuando nuestro
Señor hace algo por medio de nosotros, siempre lo transforma. El asumió
la forma de nuestra carne humana y la transformó. Ahora el cuerpo de
cada creyente se ha convertido en el templo del Espíritu Santo
(1Co_6:19).

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