“El viento sopla de donde quiere”
"El
viento sopla hacia donde quiere. De la misma manera que oyes el viento
pero no sabes de dónde viene ni adónde va, tampoco puedes explicar cómo
las personas nacen del Espíritu" Juan 3:8 (NTV)
“El viento sopla de donde quiere” (Jua_3:8).
El
espíritu de Dios es soberano y se mueve como le agrada. Tratamos de
hacerlo encajar en algún molde en particular, pero nuestros intentos se
frustran invariablemente.
La mayoría de los tipos del Espíritu
Santo son fluidos: viento, fuego, aceite y agua. Intentemos sujetarlos
en nuestras manos y veremos que siempre tendrán una manera de decirnos:
“No me puedes limitar”.
El Espíritu Santo jamás hará algo
que esté moralmente mal, pero en otras áreas se reserva el derecho de
actuar de manera excepcional y poco convencional. Por ejemplo, aunque es
verdad que Dios ha dado al varón el lugar de liderazgo, no podemos
decir que el Espíritu Santo no puede levantar a una Débora para guiar al
pueblo de Dios si no hay varones espirituales, si él así lo desea.
En
días de decadencia, el Espíritu permite conductas que de ordinario se
considerarían prohibidas. Así fue que a David y a sus hombres se les
concedió comer del pan de la proposición, que estaba reservado
exclusivamente para los sacerdotes. Los discípulos fueron justificados
al arrancar trigo en un día de reposo.
Algunos afirman que en el
Libro de los Hchhos hay un modelo definido y predecible de
evangelización, pero el único modelo que puedo ver es la soberanía del
Espíritu Santo.
Los apóstoles no siguieron un libro de
texto sino la dirección de Dios, que con frecuencia era diferente a lo
que el sentido común les pudo haber dictado.
A modo de
ilustración, vemos como el Espíritu hizo que Felipe dejara un exitoso
avivamiento en Samaria para ir a testificar a un eunuco solitario de
Etiopía que iba de camino a Gaza.
En nuestros días,
debemos guardarnos de dictarle al Espíritu Santo lo que puede y no puede
hacer. Sabemos que nunca hará nada que sea pecaminoso, pero en otras
áreas podemos contar con que obrará de manera extraordinaria. No está
limitado a ciertos métodos ni atado a nuestras maneras tradicionales de
hacer las cosas. Sabe cómo protestar contra el formalismo, ritualismo y
falta de vida, haciendo surgir nuevos movimientos con santidad y poder
vivificante. Por lo tanto, debemos abrirnos a esta dinámica soberana del
Espíritu Santo y no quedarnos sentados al lado del camino con una
actitud de crítica.

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