...a los que aman a Dios
"Y
sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los
que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos"
Romanos 8:28 (NTV)
“Y sabemos que a los
que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados” (Rom_8:28).
Este
es uno de aquellos versículos que más nos asombran, especialmente
cuando el camino es áspero y difícil. Mientras el viento sopla
suavemente, no es difícil decir: “Señor, creo”. Pero cuando las
tormentas de la vida se levantan y azotan contra nosotros, decimos:
“Ayuda a mi incredulidad”.
Y aún así sabemos que el
versículo es verdad. Dios hace que todas las cosas ayuden a bien. Lo
sabemos porque la Biblia lo declara. La fe se lo apropia, aún cuando no
puede ver o entender.
Sabemos que es verdad por causa del
carácter de Dios. Si él es un Dios de amor, sabiduría y poder infinitos,
entonces él está planeando y trabajando para nuestro bien supremo.
Sabemos
que es verdad porque ésta ha sido siempre la experiencia del pueblo de
Dios. Se cuenta la historia del único sobreviviente de un naufragio que
fue arrojado a una isla deshabitada. Hizo lo que pudo para construirse
una choza, en la que puso todo lo que había salvado de la tragedia. Oró a
Dios para que fuera libertado y cada día oteaba ansiosamente el
horizonte para hacer señas a cualquier barco que pasara. Un día se
horrorizó al encontrar que su choza ardía en llamas; todo lo que tenía
se elevaba en humos. Pero aquello que parecía ser lo peor, en realidad
fue lo mejor. “Vimos su señal de humo”, dijo el capitán del barco que
vino en su rescate. Recordemos que si nuestras vidas están en las manos
de Dios: “Todas las cosas ayudan a bien”.
Cierto es que
hay veces cuando la fe vacila, la carga parece insoportable y la
oscuridad impenetrable. En nuestra desesperación nos preguntamos: “¿Qué
bien puede salir de todo esto?” Hay una respuesta: El bien que Dios está
haciendo lo encontramos en el versículo que sigue (Rom_8:29), “para ser
hechos conformes a la imagen de su Hijo”. Es como el cincel de un
escultor con el que desprende trozos de mármol hasta que al fin aparece
la imagen del hombre. Y es así que los golpes de la vida hacen astillas
todo lo que es indigno en nosotros para que podamos ser transformados a
Su bendita semejanza. Así que si no puedes encontrar ningún otro bien en
las crisis de la vida, recuerda éste: ser conformado a Su semejanza.

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