Para que sepan los que creen (Oswald Chambers)
"Les
he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de
Dios, para que sepan que tienen vida eterna" 1Juan 5:13 (NTV)
“Estas
cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de
Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el
nombre del Hijo de Dios” (1Jn_5:13).
Estaremos
eternamente agradecidos a Dios por este versículo porque nos enseña que
la seguridad de la salvación nos llega en primer lugar por la Palabra de
Dios y no por los sentimientos. La Biblia fue escrita, entre otras
razones, para que aquellos que creen en el Nombre del Hijo de Dios
puedan saber que tienen vida eterna.
Podemos estar agradecidos al
saber que esta seguridad no depende de los sentimientos, ya que éstos
fluctúan de un día a otro. “Dios no nos pide que digamos: ‘gracias Dios
porque me siento muy bien’, sino que fijemos los ojos en Jesús y Su
Palabra”. Una vez alguien preguntó a Martín Lutero: “¿Sientes que tus
pecados han sido perdonados?”, y él contestó: “No, pero estoy tan seguro
de esto como que hay un Dios en el cielo. Porque los sentimientos van y
vienen y son engañosos. Mi garantía es la Palabra de Dios. Nada es más
digno de creerse”. C. I. Scofield nos recuerda que: “la justificación
tiene lugar en la mente de Dios y no en el sistema nervioso del
creyente”. H. A. Ironside acostumbraba decir: “No sé si soy salvo porque
me siento feliz, pero me siento feliz porque sé que soy salvo”. Sabía
que era salvo por la Palabra de Dios.
Cuando vemos que el Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios,
debemos recordar que el Espíritu nos da testimonio principalmente a
través de las Escrituras (Rom_8:16). Por ejemplo, en Jua_6:47 leemos:
“El que cree en mí, tiene vida eterna”. Sabemos que hemos confiado en
Cristo para nuestra salvación eterna; él es nuestra única esperanza para
el cielo. Por lo tanto, el Espíritu de Dios nos da testimonio, a través
de este versículo, de que somos hijos de Dios.
Por
supuesto que también hay otros medios que nos aseguran que poseemos la
salvación: sabemos que somos salvos porque amamos a los hermanos,
aborrecemos el pecado y practicamos la justicia, amamos la Palabra de
Dios y tenemos el instinto de oración. Pero el más importante y
fundamental de estos es la Palabra de Dios, el instrumento más confiable
y preciso del universo. George Cutting decía en su tratado memorable
“Seguridad, Certeza y Gozo”: “Es la sangre la que nos salva; es la
Palabra la que nos lo asegura”.

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