Un fragante perfume (Oswald Chambers)
"Pero,
¡gracias a Dios!, él nos ha hecho sus cautivos y siempre nos lleva en
triunfo en el desfile victorioso de Cristo. Ahora nos usa para difundir
el conocimiento de Cristo por todas partes como un fragante perfume"
2Corintios 2:14 (NTV)
“Mas a Dios
gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por
medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de Su conocimiento”
(2Co_2:14)
Para este pasaje Pablo usó la figura
de un desfile triunfal en el que un general militar acaba de volver de
una conquista en el extranjero. él encabeza el desfile, saboreando la
dulce satisfacción de la victoria. Detrás de él vienen sus tropas
jubilosas, y tras ellas los prisioneros de guerra, ya señalados para el
castigo, quizás la muerte. Por toda la ruta del desfile hay incensarios
que llenan el aire de aromas y perfumes. Pero estas fragancias
significan cosas diferentes para los que desfilan, dependiendo del bando
en que se encuentran. Para aquellos que son leales al vencedor, es
fragancia de victoria, más para los cautivos, es presagio de derrota y
condenación.
La senda del siervo del Señor Jesús coincide con esta
descripción en diferentes aspectos. El Señor va a la cabeza guiándole
siempre en triunfo. Aunque no siempre parece haber victoria, el creyente
está del lado de los vencedores y la causa de Dios jamás fracasa.
A
dondequiera que va lleva consigo el aroma de Cristo. Pero este aroma
tiene diferente significado a los que participan de él: Olor de vida
eterna a los que se someten al Señor Jesús, y de muerte y destrucción a
los que rechazan el evangelio.
Pero en ambos casos Dios es
glorificado: en la salvación de los que se arrepienten, y en el rechazo
de los que perecen. Cuando estos últimos estén ante Cristo, en el Juicio
del Gran Trono Blanco, no podrán acusar a Dios por su situación
desdichada, porque tuvieron la oportunidad de ser salvos pero la
rechazaron.
Hay una tendencia muy generalizada de juzgar la
efectividad del servicio cristiano por el número de personas que se
salvan. Este pasaje nos sugiere que es igualmente válido juzgarlo por el
número de personas que, después de oír el evangelio, lo rechazan y se
hunden en el infierno.
Dios es glorificado en ambos casos. A Su
presencia asciende el suave aroma de la gracia en los que se salvan y de
la justicia en los que se pierden.
¡Qué tema tan solemne! No es de extrañar que el apóstol pregunte como conclusión: “¿Para estas cosas, ¿quién es suficiente?”

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