jueves, 25 de septiembre de 2014

Viviremos eternamente


Jue 13:23 Pero su mujer le respondió: Si YHVH hubiera querido hacernos morir, no habría tomado de nuestra mano el holocausto y la ofrenda, ni nos habría mostrado estas cosas, ni nos habría anunciado en este tiempo cosa semejante. (BTx 3)

Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubieramostrado todas estas cosas. Jueces 13:23

Hay aquí una promesa que la lógica nos impone. Es una deducción sacada de hechos probados. No era probable que Dios revelara a Manoa y a su esposa que tendrían un hijo, y que él, sin embargo, tuviese el propósito de matarlos. La mujer razonaba bien, y nosotros podemos imitarla en sus argumentos.
El Padre ha aceptado el gran sacrificio del Calvario y Él mismo ha declarado su gran contentamiento con dicho sacrificio. ¿Cómo es posible que ahora nos quiera matar? ¿Por qué un sustituto, si el pecador debe perecer? El sacrificio aceptado de Cristo pone término a todo temor de nuestra parte. El Señor nos ha mostrado nuestra elección, nuestra adopción, nuestra unión con Cristo, nuestras bodas con el Amado. ¿Cómo podrá, pues, destruirnos? Las promesas de Dios están llenas de bendiciones, las cuales, todas a una, exigen para su realización, que seamos guardados para vida eterna. No es posible que el Señor nos deseche y al mismo tiempo cumpla su pacto. Lo pasado nos da seguridad y lo futuro la confirma. No moriremos, sino que viviremos, porque hemos visto a Jesús y en Él al Padre por la luz del Espíritu Santo, y con esta visión que nos da la vida, viviremos eternamente.

La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.




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