jueves, 28 de mayo de 2015

Pero Tú mismo dijiste: De cierto te haré bien


Gén 32:12 Pero Tú mismo dijiste: De cierto te haré bien y pondré tu descendencia como la arena del mar, que por ser tanta no se puede contar (BTx 3)

Y tú has dicho: Yo te haré bien. Génesis 32:12

 
Esta es la manera cierta de vencer al Señor por la oración. Podemos recordarle humildemente lo que Él ha dicho. Nuestro Dios es fiel y jamás faltará a su palabra, ni la dejará sin cumplimiento; sin embargo, le place que su pueblo busque y le recuerde sus promesas; con ello le refresca la memoria, fortalece la fe y renueva la esperanza. Dios ha empeñado su palabra, no en provecho suyo, sino en el nuestro. Sus designios son definitivos, y nadie puede obligarle a que haga bien a su pueblo; empero nos ha hecho la promesa para alentarnos y consolarnos.
Su deseo, por tanto, es que se la recordemos y digamos: «Tú has dicho».
«Ciertamente Yo te haré bien», tal es la esencia misma de las palabras del Señor. Toda la importancia está en el término «ciertamente». Él nos hará un bien verdadero, real, duradero, y nada más que bien. Nos hará santos, y esto es hacernos bien en el más alto significado de la palabra. Nos tratará como trata a sus elegidos mientras vivamos en la tierra, y esto es un bien por excelencia. Pronto nos llevará con Jesús y con todos sus escogidos; y esto es el bien supremo. Con tal promesa, no temamos la cólera de Esaú, ni la de nadie. Si el Señor nos hace bien, ¿quién podrá causarnos daño?


La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román




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