Sal 81:10 Yo soy YHVH, tu Dios, El que te hizo subir de la tierra de Egipto;n¡Ensancha tu boca, y Yo la llenaré! (BTx 3)
Abre tu boca, y yo la llenaré. Salmos 81:10
¡Qué estímulo para la oración! Nuestras nociones humanas nos inducirían a pedir cosas pequeñas, porque nuestros méritos son pequeños. La oración debería ser una cosa tan sencilla como abrir la boca; una expresión natural y espontánea. Cuando una persona es fervorosa, ensancha su boca; yeste versículo nos enseña a ser fervientes en nuestras oraciones. Mas también significa que podemos tener confianza en Dios y pedir que sus manos derramen grandes bendiciones sobre nosotros. Lee todo el versículo y comprenderás la razón: «Yo soy Jehová tu Dios que te hice subir de la tierra de Egipto; ensancha tu boca, y henchirla he». Puesto que el Señor nos ha dado tanto, nos invita a pedir más y a esperar más todavía.
Observad cómo los pajarillos en sus nidos abren su pico cuando la madre viene a alimentarlos. Hagamos nosotros lo mismo, para que recibamos la gracia por todas las puertas de nuestra alma, a la manera que la esponja absorbe el agua en que está metida. Dios está dispuesto a llenarnos, siempre
que nosotros lo estemos para ser henchidos. Que nuestras
necesidades nos hagan abrir la boca: nuestra flaqueza para suspirar con ansia; nuestras alarmas para gritar como un niño. La boca abierta será llena por el mismo Señor. Que así sea con nosotros desde el día de hoy.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Jua 16:14 Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo anunciará. (BTx 3)
El me glorificará; porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Juan 16:14
El Espíritu Santo no puede glorificar a Cristo de un modo más excelente que mostrándonos al mismo Cristo. Jesús es su mejor recomendación. No se le puede adornar sino con su propio oro. El Consolador nos manifiesta lo que Él ha recibido de nuestro Señor Jesucristo. Nada podemos ver con claridad si Él no nos lo revela. Tiene un método especial para iluminar nuestros entendimientos y para abrirnos las Escrituras y anunciarnos por este medio al Señor Jesús. Se necesita mucho arte para presentar un asunto, y aquí está en su mayor perfección el secreto del Espíritu de verdad. Él nos presenta las cosas como son y como por experiencia lo saben todos cuantos han sido visitados por estas celestiales visiones. Busquemos la luz del Espíritu, no tanto para satisfacer nuestra curiosidad o para buscar consuelos espirituales, sino para glorificar al Señor Jesús. ¡Ojalá tuviéramos ideas claras acerca de Él! Conceptos rastreros deshonran a nuestro precioso Salvador. ¡Ojalá tuviésemos una impresión viva de su persona, de su obra y de su gloria, de suerte que con toda el alma y corazón prorrumpiéramos en alabanzas! Donde hay un corazón enriquecido por las enseñanzas del Espíritu Santo, allí será en gran manera glorificado el Salvador. Ven, Espíritu Santo, luz divina, y muéstranos a Jesucristo, nuestro Señor.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Heb 4:9 Queda, por tanto, un reposo sabático para el pueblo de Dios. (BTx 3)
Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Hebreos 4:9
Dios ha preparado un reposo en el cual todos podemos entrar. Aquellos a quienes primero fue anunciado no entraron a causa de su incredulidad. Por tanto, este sábado es ofrecido al pueblo de Dios. David lo cantó, pero tuvo que contentarse con el tono menor porque Israel rechazó el reposo de Dios. Josué no pudo darlo, ni tampoco Canaán. Queda, pues, para los creyentes.
Venid, y esforcémonos por entrar en este reposo. Dejemos a un lado el fatigoso camino del pecado y del egoísmo. Dejemos aun esas obras de las cuales se podría decir: «son buenas en gran manera». ¿Tenemos tales obras? Aunque así fuere, descansemos de ellas, como lo hizo Dios de las suyas. Busquemos el descanso en la obra consumada de nuestro Señor Jesucristo. Todo en Él está perfectamente cumplido; la justicia no pide más. Una gran paz es nuestra herencia en Jesús. En cuanto a las demás cosas, como la obra de la gracia en nuestra alma y la obra de Dios en el alma de los otros, dejémoslo en manos del Señor y descansemos en Él. Cuando el Señor pone un yugo sobre nosotros, de tal manera lo hace que, al llevarlo, encontramos reposo. Por fe entramos en el reposo de Dios y renunciamos a encontrar este descanso en nuestra satisfacción personal o en nuestra pereza. Jesús es el reposo perfecto cuando llena nuestro corazón.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Sal 18:28 En verdad, oh YHVH, Tú enciendes mi lámpara. ¡Oh Dios mío, Tú iluminas mi oscuridad! (BTx 3)
Tú encenderás mi lámpara. Salmos 18:28
Tal vez mi alma esté sentada en tinieblas, y si éstas son espirituales, ningún poder humano podrá iluminarme. ¡Bendito sea Dios! Él puede alumbrar mis tinieblas y encender inmediatamente mi lámpara. Aunque me vea cercado de tinieblas «tales que puedan palparse», sin embargo Dios puede disipar la oscuridad y hacerla luminosa en mi derredor. Su misericordia consiste en que si Él alumbra mi lámpara, nadie la podrá apagar, ni tampoco se apagará por
falta de aceite, ni se consumirá en el transcurso del tiempo. Las luces
que el Señor encendió al principio, brillan todavía en el firmamento. Tal vez sea necesario limpiar las lámparas del Señor, pero Él no las apaga.
Yo, pues, cantaré en la oscuridad como el ruiseñor. La espera me proporcionará la melodía y la esperanza elevará el tono, porque pronto brillará para mí la lámpara de Dios. Ahora estoy triste y pesado. Tal vez provenga este estado mio del tiempo, de mi debilidad corporal, o de alguna prueba inesperada; empero cualquiera que sea la causa de mi oscuridad, el Señor la disipará. Mis ojos están fijos solamente en Él. Pronto la lámpara del Señor arrojará su luz sobre mí; y más allá, a su tiempo, estaré donde no necesitaré de ninguna lámpara, ni de la luz del sol. ¡Aleluya!
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Núm
23:9 En verdad, desde la cumbre de las peñas lo contemplo, Desde los
collados lo diviso: Ve ahí un pueblo que mora aparte, Y entre las
naciones no será contado (BTx 3)
He aquí un pueblo que habitará confiado, y no será contado entre las naciones. Números 23:9
¿Quién desearía habitar entre las naciones y ser contado entre ellos? La misma Iglesia que hace profesión de ser cristiana es tal, que aun dentro de su seno resulta muy difícil seguir fielmente al Señor. Hay tanta confusión en ella, que muchas veces preferíamos vivir en una choza en medio de un desierto.
Cierto que el Señor quiere que su pueblo siga un camino distinto del mundo y que salga de él con decisión y valentía. Por divino decreto hemos sido llamados, redimidos y puestos aparte, y nuestra experiencia interior nos testifica que somos diferentes de los hombres del mundo; por lo tanto, nuestro sitio no está en «la feria de la vanidad», ni en la «ciudad de destrucción», sino en el camino angosto por donde todo verdadero peregrino debe seguir a su Señor. Esto, no solamente hará que nos resignemos con la indiferencia y el desprecio de los hombres, sino que los aceptemos con gusto como parte que nos corresponde en el pacto. Nuestro nombre no está registrado en el mismo libro que los suyos: no somos de la misma simiente, no estamos en el mismo sitio, ni tenemos el mismo guía. Es, pues, muy razonable que tampoco seamos del mismo número. Mas debemos contarnos en el número de los redimidos, y gozarnos de ser extraños hasta el final de nuestro viaje.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Jue
13:23 Pero su mujer le respondió: Si YHVH hubiera querido hacernos
morir, no habría tomado de nuestra mano el holocausto y la ofrenda, ni
nos habría mostrado estas cosas, ni nos habría anunciado en este tiempo
cosa semejante. (BTx 3)
Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubieramostrado todas estas cosas. Jueces 13:23
Hay
aquí una promesa que la lógica nos impone. Es una deducción sacada de
hechos probados. No era probable que Dios revelara a Manoa y a su esposa
que tendrían un hijo, y que él, sin embargo, tuviese el propósito de
matarlos. La mujer razonaba bien, y nosotros podemos imitarla en sus
argumentos.
El
Padre ha aceptado el gran sacrificio del Calvario y Él mismo ha
declarado su gran contentamiento con dicho sacrificio. ¿Cómo es posible
que ahora nos quiera matar? ¿Por qué un sustituto, si el pecador debe
perecer? El sacrificio aceptado de Cristo pone término a todo temor de
nuestra parte. El Señor nos ha mostrado nuestra elección, nuestra
adopción, nuestra unión con Cristo, nuestras bodas con el Amado. ¿Cómo
podrá, pues, destruirnos? Las promesas de Dios están llenas de
bendiciones, las cuales, todas a una, exigen para su realización, que
seamos guardados para vida eterna. No es posible que el Señor nos
deseche y al mismo tiempo cumpla su pacto. Lo pasado nos da seguridad y
lo futuro la confirma. No moriremos, sino que viviremos, porque hemos
visto a Jesús y en Él al Padre por la luz del Espíritu Santo, y con esta
visión que nos da la vida, viviremos eternamente.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Eze
47:9 Y todo ser viviente que nade por dondequiera que entren estos dos
ríos, vivirá, y habrá una gran multitud de peces, porque esas aguas han
entrado allí para que todas las cosas sean sanadas y vivan dondequiera
que llegue el río (BTx 3)
Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá. Ezequiel 47:9
En la visión del profeta, las aguas de vida descendían al Mar Muerto, y llevaban la vida hasta aquel lago de aguas estancadas. Donde circula la gracia, llega inmediatamente la vida espiritual. La gracia procede soberanamente de la voluntad de Dios, del mismo modo que un río en todos sus rodeos sigue su propia voluntad, y dondequiera que entra no espera que la vida se manifieste en ella para correr, sino que por su propia corriente vivificadora produce la vida. ¡Ojalá se derramara por todas nuestras calles y anegara todos los bajos fondos! ¡Ojalá entrara ahora en mi casa y anegara todas sus habitaciones! Señor, que el agua de vida alcance en su corriente a mi familia, amigos, y que no pase sin tocarme a mí. De ella he bebido, como lo espero; en ella quisiera anegarme y nadar. ¡Oh mi Salvador!, necesito la vida en mayor abundancia. Ven a mí, te suplico, hasta que toda mi alma y todo mi ser sean vivificados intensamente. Diosnviviente, lléname de tu propia vida.
Soy una rama pobre y seca; ven y vivifícame para que como la vara de Aarón, brote, eche flores y lleve fruto para gloria tuya. Vivifícame, por el amor de mi Señor Jesús. Amén.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Amó
9:9 Porque he aquí Yo daré orden, Y la casa de Israel será zarandeada
entre todas las naciones, Como se zarandea el trigo en la criba, Sin que
caiga un grano en tierra (BTx 3)
Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba y no cae un granito en la tierra. Amós 9:9
El trabajo de zarandear sigue todavía. Dondequiera que vayamos, debemos ser limpiados y ceñidos. En todas las naciones el pueblo de Dios es probado «como senzarandea el grano en el harnero». A veces el diablo tiene el harnero y nos zarandea muy de prisa, con el fin de verse libre para siempre de nosotros. La incredulidad sabe también cómo agitar nuestros corazones y nuestro espíritu con temores que nos inquietan. A veces el mundo tiende una mano para ayudarla y nos agita a uno y otro lado con vigor. Y lo que es peor, la Iglesia, apóstata en gran parte, añade sus esfuerzos a este trabajo para que sus sacudidas sean más violentas todavía. ¡Enhorabuena, que prosiga! La paja será así separada del trigo. El trigo queda limpio de polvo y paja. ¡Cuán grande es la misericordia que se nos promete en este versículo: «¡No cae un granito en la tierra!» Será guardado todo lo bueno, todo lo verdadero, todo lo precioso. Ninguno de los creyentes débiles se perderá, ni podrá perder nada que pueda llamarse pérdida. Tan preservados seremos en el zarandeo, que por Cristo Jesús será para nosotros una verdadera ganancia.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Isa
33:21 Que allí YHVH es nuestro capitán, En un lugar de anchurosos ríos y
corrientes, Donde no surcarán galeras de remos Ni los cruzará la nave
capitana, Pues sus jarcias, aflojadas, No podrán sujetar el mástil ni
desplegar las velas (BTx 3)
Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave. Isaías 33:21
El Eterno quiere ser nuestro bien supremo, y en Él jamás encontraremos decepción alguna de las muchas que acompañan a las cosas de la tierra. Una ciudad está situada al lado de un ancho río, está expuesta al ataque de las galeras y de otros barcos de guerra. Mas cuando el Señor manifiesta la abundancia de su bondad bajo este símbolo, Él se encarga de apartar todo el temor que esta figura pudiera sugerir. ¡Bendito sea un amor tan perfecto! Señor, si Tú me envias riquezas a modo de
grandes ríos, no permitas que jamás vea aparecer sobre sus olas los peligrosos navíos del mundo y del orgullo. Si me concedes salud en abundancia, y un carácter alegre, no permitas que «el gallardo navío» del descanso carnal suba por el río caudaloso. Si tengo éxito en mi ministerio, tan grande como el Rhin, que nunca tropiece con la galera de la vanidad y de la confianza en mí mismo. Si fuese yo tan sumamente feliz que año tras año gozara de la luz de tu rostro, que nunca desprecie yo a tus santos débiles, ni que la vana idea de mi propia perfección suba por los anchos ríos de mi completa seguridad. Señor, concédeme esta bendición que enriquece, y no añade tristeza ni ayuda alguna al pecado.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.

Rom 5:3 Y no sólo eso; sino que hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia (BTx 3)
Sabiendo que la tribulación produce paciencia. Romanos 5:3
Esta es una promesa no de hecho, sino de forma. La paciencia nos es necesaria y tenemos los medios para alcanzarla. Sólo por medio del sufrimiento aprendemos a sufrir, como nadando aprendemos a nadar. No podríamos aprender este arte en tierra firme, como tampoco podemos aprender la virtud de la paciencia sin tribulación. ¿No vale la pena sufrir la tribulación para poder ganar esta serenidad de alma, que tranquilamente se somete a la voluntad de Dios? Sin embargo, nuestro versículo establece un principio que es contrario a la ley natural. La contradicción, por sí misma, produce irritación, incredulidad y rebelión. La paciencia se produce en nosotros por la alquimia sagrada de la gracia.
No trillamos el trigo para levantar polvo; pero en la era de Dios, así lo hace el trillo de la tribulación. No lanzamos a un hombre de aquí para allá para que descanse; sin embargo, así hace Dios con sus hijos. En verdad, no obran así los hombres, pero redunda en gloria de nuestro sapientísimo Dios.
¡Ojalá pueda ser bendecido en mis pruebas! ¿Por qué me he de oponer a la obra de la gracia? Señor, te pido que quites mi aflicción, pero diez veces más te ruego que quites mi impaciencia. Salvador precioso, graba con tu cruz en mi corazón la imagen de tu paciencia.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Sal
110:3 En el día de tu poder, tu pueblo se ofrecerá voluntariamente, En
la hermosura de la santidad. Desde el vientre de la aurora, Tienes el
rocío de tu juventud (BTx 3)
Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu
poder. Salmos 110:3
¡Bendito sea el Dios de gracia! Tiene un pueblo
al que escogió en otro tiempo para que fuese su particular
heredad. Por naturaleza los hijos de este pueblo tienen una voluntad tan rebelde como los demás hijos de Adán; mas cuando Dios manifiesta su poder, o cuando despliega su omnipotencia, dispone su corazón al arrepentimiento y a creer en Jesús. Nadie se salva contra su voluntad. ¡Poder maravilloso es éste que nunca fuerza la voluntad, sino que la abre con llave maestra que Él sólo sabe manejar.
Ahora estamos dispuestos a ser, obrar o sufrir lo que el Señor quiera. Si nos vemos tentados a rebelarnos, con sólo venir Él, podremos correr por el camino de sus mandamientos con todo nuestro corazón. Que en este día, mi voluntad esté dispuesta a realizar un generoso esfuerzo para la gloria de Dios y el bien de mis semejantes. Señor, heme aquí; sea hoy el día de tu poder. Estoy enteramente a tu disposición, deseoso de que te sirvas de mí para tus designios sacrosantos.
Que nunca me vea obligado a exclamar: «tengo el querer, mas el efectuar el bien no lo alcanzo». Dame el poder como me das la voluntad.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Sof
3:17 ¡YHVH tu Dios está en medio de ti! ¡Es héroe que salva! Se gozará
en ti con alegría y te renovará su amor, Y se regocijará contigo con
cánticos de alabanza (BTx 3)
Jehová
está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con
alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. Sofonías
3:17
¡Magnífica palabra! ¡Dios en medio de su pueblo con toda la majestad de su poder! Su presencia es suficiente para inundarnos de paz y de esperanza. En nuestro Dios se ocultan tesoros de infinito poder; Él mora en su Iglesia; por tanto, su pueblo puede prorrumpir en cantos de alegría. No sólo gozamos de su presencia, sino que Él está de continuo ocupado en el trabajo de nuestra salvación: «Él salvará». Siempre está salvando; tal es el significado del nombre de Jesús. No temamos ningún peligro, porque poderoso es para salvar. Más aún, siempre permanece el mismo: ama, persevera en el amor, y no dejará de amar. En este amor se goza y encuentra materia para cantar a su amada. Esto es admirable. Después de haber acabado la creación, no cantó, sino que dijo «que todo era bueno»; pero, llevada a cabo la redención, la Trinidad gloriosa sintió tanto gozo, que no podía ser expresado sino por un cántico triunfal. ¡Piensa en esto, y llénate de asombro! Jesús canta un himno nupcial por su Esposa querida. De ella hace el objeto de su amor, de su gozo, de su descanso y de sus cánticos. ¡Oh, Señor Jesús, por tu infinito amor, enséñanos a amarte, a regocijarnos en ti y cantarte nuestro salmo de alabanza!
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Deu
33:12 De Benjamín dijo: Habite el amado de YHVH confiado junto a Aquél
Que lo protege todo el día morando entre sus hombros (BTx 3)
A Benjamín dijo: El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo cubríra siempre y entre sus hombros morará. Deuteronomio 33:12
No hay seguridad tan grande como habitar confiado cerca del Señor. Dios no puede hallar un lugar tan seguro para sus amados. ¡Concédeme, Salvador mío, que siempre more debajo de tu sombra, al lado de tu costado herido. Quisiera vivir cada vez más cerca de ti, oh Señor, y cuando estuviese muy cerca de ti, desearía permanecer ahí para siempre.
¡Cuánta protección prodiga el Señor a sus escogidos! No es una recia techumbre la que te cubrirá, ni una barbacana a prueba de bomba, ni alas de ángel, sino el mismo Jehová. Cuando así estamos cubiertos, nadie podrá llegar a nosotros. El Señor nos concederá esta protección durante todo el día. ¡Haz que habite hoy debajo del pabellón de tu amor y poder soberano!
La tercera frase de este versículo, ¿significa que el Señor establecerá su templo en las montañas de Benjamín, o que Él estará allí dispuesto a recibir sobre sus espaldas su carga, o que somos llevados sobre los hombros del Eterno? De todos modos, el Señor es el amparo y fortaleza de sus santos. Señor, haz que siempre goce yo de tu ayuda, y la fuerza de tu brazo será suficiente para mí.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Mat
10:42 Y cualquiera que dé a beber tan sólo un vaso de agua fría a uno
de estos pequeños, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que de
ningún modo perderá su recompensa (BTx 3)
Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. Mateo 10:42
Ciertamente, al menos puedo hacer eso.
Puedo realizar una buena acción en favor de un siervo del Señor. Él sabe que les amo y que para mí sería un honor poder lavarles los pies. Por amor al Maestro amo a sus discípulos.
¡Cuán bondadoso es el Señor al mencionar una acción tan insignificante!: «cualquiera que diese un vaso de agua fría solamente». Esto puedo hacerlo yo por pobre que sea; y lo haré con gusto. Por pequeño que sea, el Señor lo ve aun cuando se haga al más humilde de sus discípulos. Dios no mira el precio, ni la habilidad, ni la cuantía de lo que se da, sino el motivo. Cuanto hacemos a un discípulo, como tal, el Señor lo ve y recompensa. No nos galardona por lo que hacemos, sino según las riquezas de su gracia. Doy un vaso de agua fría y Él me da a beber del agua de la vida. Doy a uno de sus pequeñitos, y Él me trata como a uno de ellos. Jesús halla una disculpa para su liberalidad en lo que su gracia me ha motivado a hacer, y dice: «De cierto os digo que no perderá su recompensa».
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Isa
32:2 Aquel varón será como abrigo del viento, Como refugio contra la
tempestad, Como corrientes de aguas en tierra seca, Como sombra de roca
maciza en tierra calurosa (BTx 3)
Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión. Isaías 32:2
Todos sabemos quién es ese varón. ¿Quién podría ser sino el segundo Adán, el Señor de los cielos, varón de dolores, el Hijo del Hombre? ¡Qué escondedero para su pueblo! Él mismo ha soportado toda la furia del viento, y por eso puede amparar a todos los que se refugian en él. Por su medio hemos escapado nosotros de la ira de Dios escaparemos de la ira de los hombres, de los cuidados de esta vida y del temor de la muerte. ¿Por qué exponernos al viento cuando tan fácilmente y con total seguridad podemos refugiarnos en nuestro Señor? Corramos hoy en pos de Él y gozaremos de paz.
Muchas veces se levanta el viento de la aflicción con tanta fuerza que se convierte en tempestad que lo arrastra todo. Cosas que parecían estar firmes se tambalean ante el ímpetu del viento, y muchas y grandes son las caídas de nuestra confianza carnal. Nuestro Señor Jesucristo, el varón glorioso, es un refugio que nunca se derrumba.
Escondidos en Él, vemos cómo pasa la tormenta arrolladora, mas nosotros descansamos tranquilos en su seguridad. Refugiémonos hoy en nuestro escondedero y cantemos confiadamente bajo la protección de nuestro refugio: ¡Bendito Jesús! ¡Cuánto te amamos! Bien podemos amarte, porque Tú eres nuestro refugio en la tempestad.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Stg
1:12 Bienaventurado el varón que soporta la prueba, porque cuando salga
aprobado, recibirá la corona de la vida, que prometió° a los que lo
aman (BTx 3)
"Bienaventurado
el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la
prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le
aman." Stg_1:12
Sí, bienaventurado es mientras sufre la tentación. Nadie puede ver esto hasta que sus ojos hayan sido ungidos con el divino colirio. Mas debe sufrir sin rebelarse contra Dios ni apartarse de su integridad. Bienaventurado es el que ha pasado por el fuego y no ha sido consumido como el falso metal.
Cuando ha terminado la prueba, viene la marca de la aprobación divina: «la corona de la vida». Como si dijera el Señor: «Que viva; ha sido pesado en balanza y no es hallado falto». La vida es el galardón: no la simple existencia, sino una existencia santa, feliz y verdadera, que realiza el plan de Dios en nosotros. Una forma más elevada de vida espiritual y de felicidad, corona a quienes han pasado por las más duras pruebas de la fe y del amor.
El Señor ha prometido la corona de la vida a los que le aman. Sólo quienes le aman pueden mantenerse firmes en el momento de la prueba; los demás, caerán, murmurarán o volverán al mundo. Alma mia, ¿amas al Señor? ¿Le amas de verdad? ¿Con todo tu corazón? Entonces has de saber que ese amor será probado; pero las muchas aguas no lo apagarán, ni los ríos lo ahogarán. Señor, haz que tu amor alimente el mio hasta el fin.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Deu
33:28 Israel acampa en seguridad, Apartada vive la fuente de Jacob, En
tierra de trigo y de vino, Bajo sus cielos que destilan rocío. (BTx 3)
También sus cielos destilarán rocío. Deuteronomio 33:28
Lo que en Oriente es el rocío para la naturaleza, eso es la influencia del Espíritu Santo en el reino de la gracia. ¡Cuánto lo necesito! Sin el Espíritu de Dios, soy una planta seca que se mustia. Desmayo, decaigo y muero. ¡Cuán gratamente me refresca este rocío! Pero desde que este rocío me refresca, me reanimo y me siento contento, fortalecido, gozoso. No necesito otra cosa. El Espíritu Santo me trae vida y todo cuanto se requiere para vivir. Todo lo demás, sin el rocío del
Espíritu Santo, lo reputo como nada: oigo, leo, oro, canto, me acerco a la mesa de la comunión, y no encuentro bendición hasta que me visita el Espíritu Santo. Tan pronto como Él me ciega, todos los medios de gracia me resultan dulces y provechosos. ¡Qué promesa tan grata para mí!... «Sus cielos destilarán rocío». Seré visitado por la gracia; no seré abandonado en mi sequedad natural, ni al calor abrasador del mundo, ni al soplo ardiente de la tentación. ¡Sienta yo ahora mismo el rocío apacible, silencioso y bienhechor del Señor! ¿Y por qué no? Él me ha dado la vida y me ha hecho crecer como la hierba de los prados, me tratará como se trata a la hierba y me refrescará desde lo alto. La hierba no puede clamar por el rocío, como puedo clamar yo. El Señor, que visita la planta que no pide, contestará a su hijo que le ruega.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Hch 16:31 Contestaron ellos: Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa (BTx 3)
Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Hechos 16:31
Estas
palabras dirigidas a un hombre que había puesto su espada al cuello son
también el Evangelio para mí. Esto mismo es lo que me convendría si
estuviera moribundo,y en verdad es lo que necesito mientras viva. Aparto
la vista de mí mismo, de mi pecado, de toda idea de méritos personales,
y confío en el Señor Jesús como el Salvador que Dios me ha dado. Creo
en Él, descanso en Él y le acepto enteramente. Señor, soy salvo y lo
seré por toda la eternidad, porque creo en Jesús. ¡Bendito sea su santo nombre! Manifieste yo cada día con mi vida que soy salvo del egoísmo, del amor al mundo y de todo pecado.
Por
lo que se refiere a la última palabra «casa»: Señor, no quiero irme con
una promesa a medias, ya que Tú me la das completa. Te ruego que salves
a toda costa mi familia. Salva a los más cercanos y queridos; convierte
a los hijos y nietos si los tuviere, sé benigno a mis criados y a
cuantos viven bajo mi techo o que trabajan bajo mis órdenes. Tú me haces esta promesa a mí personalmente, si creo en el Señor Jesús; te ruego que obres conforme a tu palabra. Quisiera
repasar todos los días en mis oraciones los nombres de mis hermanos y
hermanas, padres, hijos, amigos, parientes, criados, y no darte descanso
hasta que sea cumplida esta palabra «y tu casa».
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. Lamentaciones 3:27
Aquí tenemos una nueva promesa. Siempre ha sido y será bueno para mí llevar el yugo. Al comienzo de mi vida, tuve que sentir el peso de la convicción, y desde entonces he comprendido que esa carga enriquece mi alma. ¿Habría yo podido amar tanto el Evangelio si mi propia experiencia no me hubiese enseñado la salvación por gracia? Jabes fue más ilustre que sus hermanos, porque su madre le parió con dolor, y todos los que sufren al nacer de nuevo para Dios, se hacen firmes creyentes en la gracia soberana. El yugo de la crítica es penoso, pero dispone al alma para la gloria futura. Quien no acepta el desafío del desprecio, no es apto para ser jefe. El elogio embriaga cuando no va precedido de la afrenta. Los hombres que se encaraman sin esfuerzo, de ordinario caen en la deshonra. El yugo de la aflicción, de los contratiempos y del excesivo trabajo, nunca debe ser buscado; mas cuando el Señor nos lo impone en nuestra mocedad, a menudo forma un carácter dispuesto a glorificar a Dios y bendecir a la iglesia. Ven, alma mía, dobla tu cuello; y toma tu cruz. Buena fue para ti cuando eras joven, y ahora no te hará daño. Por amor de Jesús cárgala sobre tus hombros con alegría.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Deu 28:6 Bendito serás en tu entrar y bendito serás en tu salir (BTx 3)
Bendito serás en tu entrar y bendito en tu salir. Deuteronomio 28:6
Las bendiciones de la ley no han sido anuladas.
Jesús confirmó las promesas cuando Él llevó sobre sí el castigo del transgresor. Si observo los mandamientos del Señor, indudablemente puedo apropiarme de las bendiciones de esta promesa. En este día, entraré en mi casa sin temer malas noticias, y entraré en mi cámara con la esperanza de oír buenas nuevas de mi Señor. No temeré entrar en mí mismo para examinar diligentemente los negocios de mi conciencia. Tengo mucho que hacer en mi interior, dentro de mi propia alma. ¡Ojalá recibiera una bendición, la bendición que el Señor Jesús que ha prometido para mi alma! También debo salir. La timidez me impulsa a quedarme en casa y nunca salir de ella. Pero fuerza es salir a mis obligaciones, para ayudar a mis hermanos y ser útil a los pecadores. Debo ser un defensor de la fe y enemigo declarado del mal. Quiera el Señor que también sobre mi salida descienda la bendición de Dios en este día! ¡Señor, iré adonde Tú me guíes, realizando aquellos trabajos que Tú me has confiado siempre bajo tu dirección y con el poder de tu Santo Espíritu!
Señor Jesús, entra conmigo y sé mi huésped; y después sal fuera conmigo, y haz que mi corazón arda mientras me hables por el camino.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.
Pro 28:14 ¡Dichoso el hombre que teme siempre! Pero el contumaz caerá en la desgracia (BTx 3)
Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios. Proverbios 28:14
El temor de
Dios es el principio y fundamento de la verdadera religión. Sin un temor
reverencial de Dios, no es posible encontrar apoyo para las virtudes
más brillantes. El alma que no adora, jamás conocerá la santidad. Feliz
aquél que siente un temor santo de hacer el mal. El santo temor no sólo
mira antes de saltar, sino también antes de moverse. Teme errar; teme
faltar a su deber; teme cometer el pecado; teme las malas compañías, las
conversaciones livianas y la astucia engañosa. Esto a nadie hace
miserable, mas
trae felicidad. El centinela que vigila es más feliz que el soldado que
duerme en su puesto. Quien prevé el mal y lo huye es más afortunado que
quien anda descuidado y es destruido. El
temor de Dios es una gracia tranquila que guía al hombre por camino
seguro. De él está escrito: «No habrá allí león, ni bestia fiera subirá
por él». El temor de toda apariencia de mal es un principio purificador
que, por el poder del Espíritu Santo, pone al hombre en condiciones de conservar sus vestiduras limpias en este mundo. En ambos casos, el que «siempre está temeroso» es feliz. Salomón había probado los regalos del mundo y el temor de Dios; en los primeros encontró vanidad, y en el último, la felicidad. No repitamos la prueba que él hizo; atengámonos a su veredicto.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román.