sábado, 31 de marzo de 2012

Educación Cristiana Inicial






Quiero compartir contigo una hermosa alegría que Dios me ha dado. He tenído la intención de poder ayudar en la presentación de la Palabra de Dios, a personas que núnca leyeron La Biblia. En función de eso Dios me ha dado un devocional, unido a doce estudios bíblicos. Lo que constituyó un manual de discipulado... y le dió nómbre a mí ministerio. Hoy lo pongo a disposición de todo el que lo desee, es un material GRATUITO, el cual te enviaré por e-mail, para lo cual publico mi e-mail. confianzaencristo06@gmail.com  

Cuidadosa atención o hipocresía (Oswald Chambers)


Cuidadosa atención o hipocresía


"Si alguno de ustedes ve que un hermano en Cristo* comete un pecado que no lleva a la muerte, debe orar por él, y Dios le dará vida a ese hermano. Pero hay un pecado que lleva a la muerte, y no digo que se ore por quienes lo cometen" 1Juan 5:16 (NTV)

"Si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte", 1Jn_5:16


Si no le prestamos atención a la manera en que el Espíritu de Dios obra en nosotros, nos volveremos unos hipócritas espirituales.
Cuando vemos dónde falla la gente, transformamos nuestro discernimiento en la burla y el desdén de la crítica y no en intercesión a su favor. Dios nos revela estas verdades sobre otras personas no por la agudeza de nuestra mente, sino por el discernimiento directo de su Espíritu. Si no le prestamos atención a cual es la fuente de la revelación, nos volvemos focos de crítica y olvidamos que Dios dice: "Pedirá y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte". Ten cuidado, no sea que te conviertas en un hipócrita al gastar todo tu tiempo tratando de corregir a los demás, en lugar de tú mismo ser hallado adorando a Dios.
Una de las cargas más sutiles que Dios nos coloca como santos es la del discernimiento con respecto a otros. Él nos da revelación para que podamos aceptar la responsabilidad de esas almas delante de El y para que se forme en nosotros la mente de Cristo sobre ellas. Debemos interceder de acuerdo con lo que Dios dice que nos concederá, es decir, vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. No es que nosotros ponemos a Dios en contacto con nuestra mente, sino que levantamos y avivamos hasta el punto de que Él puede impartirnos su mente acerca de las personas por las que intercedemos. ¿Puede Jesucristo ver en nosotros los dolores de parto que hay en alma? No, a menos que estemos tan identificados con Él que nos avivemos para obtener una visión de las personas por quienes oramos. ¡Que podamos aprender a interceder con todo nuestro corazón para que Jesucristo esté satisfecho con nosotros como intercesores!



viernes, 30 de marzo de 2012

Santidad o dureza (Oswald Chambers)


Santidad o dureza


"Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los oprimidos. Así que se interpuso él mismo para salvarlos con su brazo fuerte, sostenido por su propia justicia" Isaías 59:16 (NTV)

"Y se asombró de que no hubiera quien intercediera", Isa_59:16, LBLA


Muchos de nosotros dejamos de orar y nos endurecemos hacia Dios porque sólo tenemos un interés emocional en la oración. Suena bien decir que oramos; y leemos libros sobre la oración que nos dicen que es provechosa y que por medio de ella nuestras mentes se tranquilizan y nuestras almas se elevan. Pero en este versículo Isaías da a entender que Dios está asombrado por semejantes pensamientos.
La adoración y la intercesión deben ir juntas y la una es imposible sin la otra. Interceder significa que nos levantamos y nos avivamos hasta alcanzar la mente de Cristo con respecto a la persona por quien oramos. Pero en lugar de adorar a Dios, le recitamos discursos sobre la manera en que se supone que debe funcionar la oración. ¿Estamos adorando a Dios o discutiendo con Él cuando le decimos: "Pero Dios, no veo cómo lo vas a hacer"? Esta es una señal segura de que no lo estamos adorando. Cuando lo perdemos de vista a Él, nos endurecemos y nos volvemos dogmáticos. Arrojamos nuestras peticiones ante su trono y le dictamos lo que deseamos que haga. No adoramos a Dios ni procuramos amoldarnos a la mente de Cristo.
¿Estamos adorando a Dios de modo que nos levantamos para aferrarnos a Él y tenemos un contacto tan íntimo que sabemos cuáles son sus pensamientos acerca de aquellos por quienes oramos? ¿Estamos viviendo una relación santa con Dios, o somos duros y dogmáticos? ¿Piensas que no hay nadie que interceda como debe ser? Entonces, sé tú esa persona. Sé tú quien adora a Dios y vive en una santa relación con Él. Involúcrate en el trabajo real de la intercesión y recuerda que es una tarea que demanda toda tu energía, pero que no tiene ningún riesgo oculto. La predicación del Evangelio entraña un peligro, pero la oración intercesora no tiene ninguno.






jueves, 29 de marzo de 2012

...a los que aman a Dios (Oswald Chambers)


...a los que aman a Dios


"Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos" Romanos 8:28 (NTV)

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Rom_8:28).


Este es uno de aquellos versículos que más nos asombran, especialmente cuando el camino es áspero y difícil. Mientras el viento sopla suavemente, no es difícil decir: “Señor, creo”. Pero cuando las tormentas de la vida se levantan y azotan contra nosotros, decimos: “Ayuda a mi incredulidad”.

Y aún así sabemos que el versículo es verdad. Dios hace que todas las cosas ayuden a bien. Lo sabemos porque la Biblia lo declara. La fe se lo apropia, aún cuando no puede ver o entender.

Sabemos que es verdad por causa del carácter de Dios. Si él es un Dios de amor, sabiduría y poder infinitos, entonces él está planeando y trabajando para nuestro bien supremo.

Sabemos que es verdad porque ésta ha sido siempre la experiencia del pueblo de Dios. Se cuenta la historia del único sobreviviente de un naufragio que fue arrojado a una isla deshabitada. Hizo lo que pudo para construirse una choza, en la que puso todo lo que había salvado de la tragedia. Oró a Dios para que fuera libertado y cada día oteaba ansiosamente el horizonte para hacer señas a cualquier barco que pasara. Un día se horrorizó al encontrar que su choza ardía en llamas; todo lo que tenía se elevaba en humos. Pero aquello que parecía ser lo peor, en realidad fue lo mejor. “Vimos su señal de humo”, dijo el capitán del barco que vino en su rescate. Recordemos que si nuestras vidas están en las manos de Dios: “Todas las cosas ayudan a bien”.

Cierto es que hay veces cuando la fe vacila, la carga parece insoportable y la oscuridad impenetrable. En nuestra desesperación nos preguntamos: “¿Qué bien puede salir de todo esto?” Hay una respuesta: El bien que Dios está haciendo lo encontramos en el versículo que sigue (Rom_8:29), “para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo”. Es como el cincel de un escultor con el que desprende trozos de mármol hasta que al fin aparece la imagen del hombre. Y es así que los golpes de la vida hacen astillas todo lo que es indigno en nosotros para que podamos ser transformados a Su bendita semejanza. Así que si no puedes encontrar ningún otro bien en las crisis de la vida, recuerda éste: ser conformado a Su semejanza.



miércoles, 28 de marzo de 2012

Guardar las prioridades en el lugar adecuado (Oswald Chambers)


Guardar las prioridades en el lugar adecuado


"Ningún soldado se enreda en los asuntos de la vida civil, porque de ser así, no podría agradar al oficial que lo reclutó" 2Timoteo 2:4 (NTV)

“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2Ti_2:4).


Ya que el cristiano ha sido alistado por el Señor, y está en servicio activo para él, no debe enredarse en los asuntos de la vida diaria. El énfasis está en la palabra enredarse. No puede separarse por completo del negocio en el mundo, pues tiene que trabajar para proveer lo necesario para su familia. Es inevitable que exista una cierta participación en los asuntos de cada día, de otra manera tendría que salir del mundo, como Pablo nos lo recuerda en 1Co_5:10.
Pero no debe dejarse enredar. Tiene que guardar sus prioridades en el lugar adecuado. En ocasiones, aún las cosas que son buenas en sí mismas pueden llegar a ser enemigas de lo mejor.

William Kelly dice que: “enredarse en los negocios de la vida significa convertirse en su socio e implica una renuncia a separarse del mundo”.
Me enredo cuando me involucro en la política del mundo como medio para resolver los problemas del hombre. Eso sería como si emplease mi tiempo “arreglando sillas y mesas en el Titánic”.

Me enredo cuando pongo más énfasis en el servicio social que en el evangelio como un remedio para los males del mundo.

Me enredo cuando los negocios me dominan de tal manera que dedico mis mejores esfuerzos a hacer dinero. De esta manera, al ganar para vivir, pierdo mi vida.
Me enredo cuando el reino de Dios y su justicia ya no tienen el primer lugar en mi vida.

Me enredo cuando me absorben ciertas cosas que son demasiado pequeñas para un hijo de la eternidad, como las deficiencias minerales en el tomate y el berberecho, las costumbres de los antílopes de Wyoming durante el verano, el contenido micro-biótico de las camisetas de algodón, la reacción de los colorantes en las patatas fritas o los movimientos pos-rotacionales del ojo de la paloma. Estos estudios pueden estar bien como un medio para ganar el sustento pero no son dignos de la pasión de toda una vida.