Sal 73:24 Me guiarás con tu consejo, Y después me recibirás en gloria. (BTx 3)
Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. Salmos 73:24
De día en día, y de año en año, mi fe confía en su sabiduría y en el amor de Dios, y sé que mi confianza no será vana. Ninguna palabra suya de bondad ha faltado jamás, y seguro estoy de que nunca faltará.
En sus manos me pongo para ser dirigido.
Ignoro el camino que debo seguir, mas el Señor elegirá mi heredad.
Necesito consejo, porque mis obligaciones son complicadas
y mi situación embarazosa. Me acerco al Señor, como el Sumo Sacerdote en otro tiempo miraba el Urim y el Thummim.
Busco el consejo del Dios infalible con preferencia a mi propio juicio, o a los juicios y consejos de mis amigos. ¡Glorioso Jesús, Tú me guiarás!
Pronto llegará el fin: unos pocos años más,
y saldré de esta vida para ir al Padre. El Señor estará cerca de mi lecho. Me recibirá a la puerta del cielo: me dará la bienvenida en la gloria. No seré un extraño en el cielo: mi propio Dios y Padre me recibirá en la bienaventuranza eterna.
GLORIA SEA DADA
A AQUEL QUE ME GUIARÁ AQUÍ
Y ME RECIBIRÁ ALLÍ.
AMÉN.
Charles H. Spurgeon
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Jua 13:1 Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora para que pasara de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (BTx 3)
Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Juan 13:1
He aquí un hecho que es una auténtica promesa: lo que nuestro Señor era, sigue siéndolo todavía, y lo que fue para aquellos con quienes convivió en la tierra, lo será para sus hijos mientras el mundo dure.
«Habiendo amado»: He aquí un milagro.
¡Que hubiese amado a los hombres, tal como son, es una maravilla! ¿Qué halló en sus discípulos para que les amara? ¿Y qué hay en mí?
Mas ya que Jesús comenzó a amar, lógico es que continúe amando. El amor hizo de los santos «los suyos». ¡Qué título tan preclaro! Los compró con su sangre y vinieron a ser su tesoro. Siendo los suyos, no los perderá, siendo sus amados, no cesará de amarlos!
«Hasta el fin». Aun hasta su muerte fue el amor a los suyos la pasión dominante de Jesús. También significa hasta lo sumo. No podía amarles más; se dio a sí mismo por ellos. Algunos leen hasta la perfección. Verdaderamente derramó sobre ellos un amor perfecto, en el cual no había ni exaltación, ni tacha alguna, ni imprudencia, ni deslealtad, ni reserva.
Tal es el amor de Jesús a cada uno de sus hijos. Cantemos una canción a nuestro amado.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Isa
46:4 Hasta vuestra vejez Yo seré el mismo, Y hasta la ancianidad
cargaré con vosotros. Yo lo he hecho, y os seguiré llevando; Yo cargaré
con vosotros y os salvaré (BTx 3)
Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo: yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré. Isaías 46:4
El año envejece, y esta promesa se dirige a nuestros queridos ancianos, y a todos nosotros cuando lleguemos a la vejez. Si Dios prolonga nuestros años, nos cubriremos de canas. Por tanto, bien podemos gozarnos de esta promesa por medio de la fe.
Cuando lleguemos a la vejez, Dios será: «Yo soy el que soy», que siempre permanece el mismo. Las canas pregonan nuestra decadencia, pero Dios no decae. Cuando ya no podamos soportar la carga, ni podamos sostenernos, el Señor nos llevará. Así como en nuestra infancia nos llevó en su seno como corderos, así lo hará también en los años de nuestra debilidad.
Él nos hizo y Él nos cuidará. Cuando para nuestros amigos y para nosotros mismos seamos una pesada carga, el Señor no nos desamparará sino que nos levantará y nos llevará mejor que nunca. Dios, muchas veces, da a sus siervos una larga y apacible noche. Trabajaron mucho durante el día y se cansaron en el servicio de su Maestro, el cual les dijo: «Ahora descansad con anticipación del sábado eterno que yo os he preparado». No temamos la vejez. Que nuestra vejez nos sea grata, ya que el mismo Señor está con nosotros con toda la plenitud de su gracia.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Heb
13:5 Vuestra manera de vivir sea sin avaricia de dinero, estad
satisfechos con las cosas que tenéis, porque Él dijo: No te dejaré ni te
desampararé (BTx 3)
Porque él dijo: No te desampararé ni te dejaré. Hebreos 13:5
En varias ocasiones se repiten estas palabras en las Escrituras y las han repetido para darnos una doble seguridad. No abriguemos duda alguna. En el texto griego hay cinco negaciones; en todas ellas se excluye la posibilidad de que el Señor pueda abandonar a su pueblo, aun cuando éste con justicia pudiera creerse abandonado. Este precioso pasaje no nos promete inmunidad de penas, pero nos asegura que no seremos abandonados de Dios. Podemos ser invitados a pasar por caminos tortuosos y extraños, pero siempre tendremos la compañía, el socorro y la protección de nuestro Señor. No hay por qué codiciar, porque siempre tendremos a nuestro Dios, y Dios vale más que el oro, y su favor es una verdadera fortuna.
Deberíamos contentarnos con lo presente, porque quien a Dios posee, posee el mundo entero. ¿Qué más podemos tener que al Infinito? ¿Qué más podemos desear que la bondad del Omnipotente?
Ven, alma mía; si Dios dice que no te desamparará, ni te dejará ora sin cesar para que te dé la gracia de que no abandones al Señor y dejes un momento su camino.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Isa
54:10 Aunque los montes se muevan y tiemblen los collados, Mi
misericordia no se alejará de ti, Ni será anulado mi pacto de paz, Dice
YHVH, que tiene compasión de ti (BTx 3)
Porque
los montes se moverán, y los collados temblarán; pero no se apartará de
ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová,
el que tiene misericordia de ti. Isaías 54:10
Una de las más preciosas cualidades del amor divino es su carácter permanente. Los pilares de tierra pueden ser removidos de su sitio; pero la alianza de gracia del Dios misericordioso jamás se apartará de su pueblo. ¡Qué satisfecha está mi alma de tener una fe tan grande en esta declaración inspirada! El año toca a su fin y los años de mi vida van disminuyendo, mas el tiempo no cambia a mi Señor. Nuevos inventos sustituyen o mejoran a los antiguos: Dios es el mismo.
La fuerza puede trastornar los montes, mas no existe poder alguno capaz de afectar al Dios eterno. Ni lo pasado, ni lo presente, ni lo futuro puede hacer que cambie la benevolencia de Dios para conmigo.
Alma mía, descansa en la eterna misericordia de tu Señor, que te trata como a pariente cercano. Acuérdate también del pacto eterno. Dios siempre lo tiene presente; no lo olvides tú. En Cristo Jesús, Dios se ha comprometido a ser tu Dios y considérate como a uno de su pueblo. Misericordia y pacto están aquí unidas como dos cosas seguras y duraderas, que ni la misma eternidad te podrá arrebatar.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Mat 26:33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos serán escandalizados a causa tuya, yo nunca seré escandalizado (BTx 3)
Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Mateo 26:33
Dirá alguien: «Esto no es una promesa de Dios». Cierto, fue promesa de hombre y, por tanto, no se realizó.
Pedro pensaba que podría llevar a cabo su propósito; empero una promesa que no tiene otro fundamento que la fuerza humana cae por tierra. En efecto, tan pronto como surgió la tentación, Pedro negó a su Maestro y juró para confirmar su negación.
¿Qué es la palabra del hombre? Un vaso de barro que se quiebra al primer golpe. ¿Qué son nuestras resoluciones? Una flor que con la ayuda de Dios fructificará; pero, abandonada a sí misma, cae a tierra al primer soplo del viento que agita la rama.
No confíes en la palabra del hombre, porque poco puede hacer.
No cuentes con tus propias resoluciones.
Cuenta con la promesa de Dios ahora y en la eternidad, en este mundo y en el otro, para lo tuyo y lo de tus seres queridos.
Este volumen es un libro de cheques para los creyentes, y esta página es un aviso relativo a la caja a la cual se dirigen y a la firma que deben aceptar. Cuenta en todo con el Señor. No te fíes de ti mismo, ni de ningún nacido de mujer más de lo justo; confía únicamente y en todas las cosas en el Señor.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Hch
1:11 Y les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo?
Este Jesús, que fue tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo
contemplasteis yendo al cielo. (BTx 3)
Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo; así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Hechos 1:11
Muchos celebran hoy la primera venida de nuestro Señor, pensemos nosotros en la promesa de su segundo advenimiento. La segunda venida es tan cierta como la primera.
Su certidumbre proviene, en gran parte, de ella. El que vino a servir, vendrá a recoger la recompensa de su servicio. El que vino a sufrir, vendrá también a reinar.
Esta es nuestra esperanza gloriosa, porque participaremos de su gozo. Hoy somos desconocidos y humillados, como vivió Cristo cuando estuvo en la tierra; mas cuando Él venga, será nuestra manifestación, y al mismo tiempo su revelación.
Los santos que han muerto vivirán a su venida. Los calumniados y despreciados resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. Los suyos aparecerán como reyes y sacerdotes, y los días de su luto se acabarán. El largo descanso y el esplendor incomparable del reino milenario recompensarán con abundancia los largos años de testimonio y de luchas.
¡Venga presto el Señor! ¡Él viene! Está ya de camino y viene de prisa ¡El ruido de sus pasos debería ser como música en nuestros corazones! ¡Sonad gozosas, campanas de esperanza!
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Deu
33:29 ¡Bienaventurado tú, oh Israel! ¡Quién como tú, oh pueblo salvado
por YHVH, Tu escudo protector, Y espada de tu grandeza! Tus enemigos te
adularán, Mientras tú pisoteas sus alturas (BTx 3)
Tus enemigos serán hallados mentirosos. Deuteronomio 33:29 (versión inglesa)
Ese archienemigo, el diablo, es un mentiroso desde el principio; pero es tan convincente que, al igual que nuestra madre Eva, somos conducidos a creerle. Sin embargo, en nuestra experiencia comprobaremos que es un mentiroso.
El
dice que caeremos de la gracia, que deshonraremos nuestra profesión, y
que pereceremos con la condenación de los apóstatas; pero, confiando en
el Señor Jesús, nos mantendremos en nuestro camino y comprobaremos que
Jesús no pierde ninguno de los que Su Padre le ha dado. Él nos dice que
nuestro pan faltará, y que moriremos de hambre con nuestros hijos; sin
embargo, el Alimentador de los cuervos no nos ha olvidado todavía, y
nunca lo hará, sino que nos adereza mesa en presencia de nuestros
angustiadores.
Él
nos susurra que el Señor no nos librará de la prueba que se vislumbra a
la distancia, y amenaza diciendo que la última onza romperá el lomo del
camello. ¡Es un gran mentiroso!
Pues
el Señor no nos dejará nunca, ni nos abandonará. “¡Líbrele ahora!”,
grita ahora el falso demonio: pero el Señor lo acallará viniendo a
nuestro rescate.
Él
se deleita grandemente diciéndonos que la muerte demostrará ser
demasiado para nosotros. “¿Cómo harás en la espesura del Jordán?” Pero
allí también comprobará que nos miente, y atravesaremos el río cantando
salmos de gloria.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Deu
33:13 De José dijo: Bendita por YHVH sea su tierra, Con la excelencia
del rocío de los cielos, Y con el hondo manantial que yace abajo (BTx 3)
A José dijo: Bendita de Jehová sea tu tierra, con lo mejor de los cielos, con el rocío, y con el abismo que está abajo. Deuteronomio 33:13
Podemos ser enriquecidos con los mismos bienes que los prometidos a José y en un sentido más amplio todavía. Oh, si tuviéramos «los regalos de los cielos». El poder de Dios desplegado en nuestro favor, y la manifestación del poder de lo alto, son cosas preciosas. La bendición de las tres divinas Personas, de amor, gracia y comunión, la estimamos más que el oro fino. Las cosas de la tierra son nada comparadas con las cosas del cielo.
«El rocío», ¡cuán precioso es esto! ¡Cómo oramos y adoramos cuando tenemos el rocío! ¡Qué refrigerio, qué crecimiento, qué perfume y qué vida hay en nosotros cuando el rocío está a nuestro alrededor! Somos plantas del jardín formado por la diestra del Señor, y necesitamos el rocío de su Santo Espíritu.
«El abismo que abajo yace». Esto, sin duda, se refiere al océano invisible, que alimenta todos los manantiales que alegran la tierra. ¡Oh, qué bendición sacar agua de las fuentes eternas! Ésta es una dádiva inefable que ningún creyente descansa hasta poseerla. La completa suficiencia de Jehová es nuestra para siempre. Recurramos a ella ahora mismo.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Sal 46:1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. (BTx 3)
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmos 46:1
Una ayuda que no llega cuando la necesitamos vale poco. El áncora abandonada en casa de nada vale para el marinero en el momento de la tormenta; el dinero que en otro tiempo poseyó el deudor para nada vale cuando se ha extendido contra él una demanda judicial. Pocas ayudas terrenales pueden llamarse «prontas»: de ordinario se hallan lejos cuando hay que buscarlas, cuando se utilizan, y todavía más lejos después de utilizarlas. Empero nuestro Dios es «pronto» cuando le buscamos; «pronto» cuando le necesitamos, y «pronto» cuando hemos experimentado su ayuda.
Viene en nuestro auxilio antes que pueda llegar el amigo más cercano, porque durante la prueba está en nosotros; más presente de lo que estamos nosotros en nosotros mismos, porque a veces carecemos de presencia de ánimo. Él está siempre presente, totalmente presente, eficazmente presente, simpáticamente presente, totalmente presente. Está presente ahora si es un tiempo sombrío; descansemos en Él. Es nuestro refugio: escondámonos en Él; es nuestra fortaleza: revistámonos de Él; es nuestro amparo: apoyémonos en Él; nuestro pronto auxilio: descansemos ahora mismo en Él. No es preciso que pasemos ansiedad ni temor. «Jehová de los ejércitos es con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob».
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Miq
7:19 Y volverá a compadecerse, Y sepultará nuestras iniquidades, Y
echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. (BTx 3)
Él
volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras
iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Miqueas 7:19
Dios jamás abandona su amor, pero deja pronto su ira. El amor a sus escogidos está en conformidad con su carácter; su ira con su deber; ama porque es amor, se enoja porque es necesario para nuestro bien. Él volverá al lugar donde su corazón descansa, es decir, al amor a los suyos, y, por tanto, tendrá compasión de nuestros dolores y les pondrá fin.
¡Qué promesa tan magnífica! «Él sujetará nuestras iniquidades». Las vencerá. Procuran esclavizarnos, pero el Señor nos dará la victoria con su diestra. Como los cananeos, serán vencidas, dominadas y, finalmente destruidas.
Y cuán gloriosamente es quitada la culpabilidad de nuestros pecados! «Todos nuestros pecados», sí, por numerosos que sean, los «echará» (sólo un brazo omnipotente podría obrar tal maravilla) «en lo profundo del mar», donde se hundieron Faraón y sus carros. No los echará a flor de agua, de donde podrían salir con la marea, sino que serán precipitados «en lo profundo del mar». Han desaparecido todos. Como piedras descendieron a las profundidades. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
El guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado. Salmos 34:20
Esta promesa, según el contexto, se refiere al justo muy afligido: «Muchos son los males del justo; mas de todos ellos lo librará Jehová». Podrá ser herido, pero no sufrirá grandes daños: «ni uno solo de sus huesos será quebrantado».
Gran consuelo es este para los hijos de Dios en la prueba, consuelo que puedo yo aceptar, por que hasta el presente, no he sufrido perjuicio alguno por mis aflicciones. No he perdido ni la fe, ni la esperanza, ni el amor. Al contrario, estas gracias, que son la fuerza del carácter, han ganado en intensidad y energía. Tengo más conocimiento, más experiencia, más paciencia y mas firmeza de lo que tenía antes de la prueba.
Ni siquiera mi gozo ha sido destruido. La enfermedad, el luto, el abatimiento, la calumnia y la contradicción me han producido muchas contusiones; pero éstas han sanado, y no hubo fractura doble ni sencilla de hueso. La razón es fácil de comprender.
Si confiamos en el Señor, Él guarda todos nuestros huesos, y si Él los guarda, podemos estar seguros de que ni uno solo sera quebrantado.
Corazón mío, no te entristezcas. Estás resentido, pero los huesos no son quebrantados. Sufre trabajos y desafía al temor.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Isa 31:5 Como ave que revolotea, Así amparará YHVH Sebaot a Jerusalem, Amparando y salvando, Perdonando y libertando. (BTx 3)
Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén. Isaías 31:5
Con rápido vuelo se apresura el ave a socorrer a sus polluelos. No malgasta el tiempo en el camino cuando viene a darles de comer o a librarles del peligro. Así acudirá el Señor, con alas de águila para defender a sus escogidos; volará sobre las alas del viento.
La madre extiende sus alas para cubrir en el nido a sus pequeños. Los esconde interponiendo su propio cuerpo. La gallina comunica su propio calor a sus pollos y de sus alas hace casa donde moran contentos. Así obra Jehová para proteger a sus escogidos. Él mismo es su refugio, su morada, su todo.
Como aves que vuelan y como aves que protegen (la palabra tiene ambos significados), así hará el Señor con nosotros, y esto lo repetirá con éxito muchas veces. Seremos amparados y guardados de todo mal: el Señor, que se compara a las aves, no será como ellas en su debilidad, porque es Jehová de los ejércitos. El amor eterno será pronto para defender y seguro en su protección. Sea este nuestro consuelo. Las alas de Dios son más rápidas y solícitas que las del ave, y nosotros confiaremos a su sombra desde ahora y para siempre.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
1Ts
4:17 Después nosotros, los que vivamos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados simultáneamente con ellos en las nubes al encuentro
con el Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (BTx 3)
Y así estaremos siempre con el Señor. 1 Tesalonicenses 4:17
Mientras estemos aquí, el Señor está con nosotros, y cuando seremos llamados, estaremos con Él. El creyente no puede estar separado de su Salvador. Son una cosa y siempre lo serán. Jesús no puede estar sin su pueblo; de lo contrario, sería una cabeza sin cuerpo. Ora seamos arrebatados en el aire, ora descansemos en el paraíso, o moremos aquí, siempre estamos con Jesús. ¿Quién nos apartará de Él? ¡Qué inmenso gozo!, nuestro honor supremo, nuestro descanso, nuestro consuelo y gozo son estar con el Señor. Nada podemos soñar que pueda exceder, ni siquiera igualar, esta divina compañía. Por una santa comunión, debemos estar con Él en su humillación y sufrimiento, para que podamos estar con Él en la gloria. Pronto descansaremos en Él en su sabiduría, en su esperanza, y en su manifestación gloriosa. Compartiremos las mismas pruebas y gozaremos del mismo triunfo. Oh, mi Señor, si he de estar eternamente contigo, mi destino es incomparable. Ni a los mismos arcángeles envidiaré, porque mi ideal supremo es estar con el Señor. Ni las arpas de oro, ni las coronas inmarcesibles, ni la luz sin nubes, constituyen mi dicha; sólo Jesús, y yo siempre con Él en la más íntima comunión, será mi verdadera gloria.
La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román
Jos
17:18 sino que la serranía será tuya, aunque es bosque, tú lo talarás, y
serán tuyos sus términos, porque desposeerás al cananeo aunque tenga
carros de hierro y aunque sea fuerte. (BTx 3)
Tú arrojarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte. Josué 17:18
Estar seguro de la victoria es un estímulo del valor, porque entonces el hombre sale confiado a la guerra, y se muestra valiente cuando todo incitaría al temor. Nuestra lucha se desencadena contra el mal dentro de nosotros y alrededor nuestro y debiéramos estar persuadidos de que podemos vencer y que en el nombre de Jesús, venceremos. No estamos para caer, sino para vencer: el triunfo será nuestro. La omnipotente gracia de Dios se nos concede para que destruyamos el mal en todas sus formas; de aquí viene la seguridad de la victoria.
Ciertos pecados nuestros encuentran en nuestro temperamento, en nuestros hábitos inveterados y en nuestras mismas ocupaciones, verdaderos carros blindados. No obstante, debemos vencerlos. Son poderosos, y ante ellos nos sentimos débiles; pero, en el nombre de Dios, los destruiremos.
Si un pecado nos domina, no somos siervos libres del Señor.
Aunque el hombre esté preso con una sola cadena, no por eso deja de ser un cautivo. No podemos entrar en el cielo siendo esclavos de un solo pecado, porque el Señor ha dicho a los santos: «El pecado no se enseñoreará de vosotros». Levántate y mata al cananeo, y haz pedazos cada carro herrado. Jehová de los ejércitos es con nosotros, ¿y quién podrá resistir su poder vencedor contra el pecado?
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Isa
2:4 Él juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos. De
sus espadas forjarán arados y de sus lanzas, hoces; No alzará la espada
nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra (BTx 3)
Y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. Isaías 2:4
¡Ojalá hubiesen llegado estos felices tiempos! Actualmente, las naciones están armadas hasta los dientes y cada día aparecen nuevos inventos, cada vez más mortíferos, como si la gloria principal del hombre fuera destruir por millares a sus semejantes. Sin embargo, la paz prevalecerá algún día, de suerte que los instrumentos de destrucción serán transformados en objetos muy distintos y para usos más provechosos.
¿Cómo se efectuará esto? ¿Por el comercio, la civilización, o el arbitraje? No lo creo. Las experiencias pasadas nos impiden confiar en medios tan poco adecuados. La paz solamente será establecida por el Príncipe de la Paz. Él debe enseñar al pueblo por su Espíritu, renovar los corazones con su gracia y reinar con la soberanía de su poder. Entonces los hombres cesarán de herir y matar. El hombre, cuando se enfurece, es un monstruo; sólo el Señor Jesús puede trocar el león en cordero.
Con sólo transformar su corazón, desaparecerán sus sanguinarios instintos. Que cada lector de este libro ore hoy, sobre todo, al Señor y dador de la paz para que ponga fin a las guerras, y restaure la paz en el mundo.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Apo
21:5 Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí que hago nuevas
todas las cosas, y dijo: Escribe: Estas palabras son fieles y verdaderas
(BTx 3)
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Apocalipsis 21:5
¡Gloria sea dada a su nombre! Todas las cosas necesitan ser renovadas, porque desgraciadamente están rotas y gastadas por el pecado. Tiempo es ya de que el vestido viejo sea arrollado y desechado, y de que la creación entera se vista de fiesta. Pero nadie, sino el Señor que las creó, puede hacer nuevas todas las cosas, porque tanto poder se necesita para sacar algo del mal, como de la nada. El Señor Jesús ha emprendido la obra y es capaz de ejecutarla. Él ya ha comenzado y durante siglos ha perseverado en renovar los corazones y el orden de la sociedad. Pronto renovará por completo la constitución del gobierno de los hombres, y la humana naturaleza será transformada por la gracia. Día llegará en que el cuerpo será hecho de nuevo y resucitará a la semejanza de su cuerpo glorioso.
¡Qué gozo pertenecer a un reino en el cual todo se está renovando por el poder de su Rey! No morimos, sino que avanzamos hacia una vida más gloriosa. A pesar de la oposición de los agentes del mal, nuestro glorioso Jesús está realizando su propósito haciéndonos «nuevos», y haciendo «nuevas» todas las cosas que nos rodean, y tan llenas de hermosura como cuando al principio salieron de las manos de su Creador.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Zac
14:7 Será un día, el cual es conocido por YHVH, que no será ni día ni
noche, sino que al anochecer seguirá habiendo luz. (BTx 3)
Sucederá que al caer la tarde habrá luz. Zacarías 14:7
Esto es sorprendente, porque todo indica que, al atardecer, oscurece. Dios acostumbra a obrar de un modo tan distinto a como obramos nosotros, tan por encima de nuestros temores y esperanzas, que nos quedamos sorprendidos y obligados a adorar su gracia soberana. No acontecerá con nosotros según los augurios de nuestro corazón: la oscuridad no llegará a ser como la noche, sino que repentinamente se esclarecerá como el día. Nunca desmayemos. En los tiempos más adversos, confiemos en el Señor, porque Él cambia la oscuridad de la muerte en la claridad de la mañana. Cuando el trabajo de fabricar ladrillos se dobló entonces es cuando apareció Moisés, y cuando abunda la tribulación, es señal de que nos acercamos al final.
Esta promesa debe ayudarnos a ser pacientes.
Tal vez la luz no amanecerá del todo hasta que nuestras esperanzas estén totalmente agotadas esperando todo el día en vano. Para el impío el sol se pone cuando aún es de día; para el justo se levanta cuando casi es de noche. ¿No podemos esperar con paciencia aquella luz divina, que tal vez tarde en llegar, pero que es digna de ser esperada?
Y ahora, alma mía, acepta esta palabra y canta al que te bendecirá en vida y en muerte, de modo que sobrepujará todo lo que tú has visto y esperado en tus mejores días.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Isa 30:15 Pues así decía el Soberano, YHVH, el Santo de Israel: Vuestra salvación está en volveros a mí y tener calma; Vuestra fortaleza consiste en confiar y estar tranquilos; pero no quisisteis (BTx 3)
En quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Isaías 30:15
Siempre será una debilidad acongojarse y preocuparse, desconfiar y cavilar. ¿Qué provecho sacamos de esto? ¿Qué conseguimos con la duda y el enojo? ¿Acaso no nos incapacitamos para la acción y turbamos nuestro espíritu de suerte que no seamos capaces de tomar una decisión prudente? Nos hundimos con nuestros esfuerzos cuando podíamos salir a flote por la fe.
¡Quién tuviera la gracia de permanecer tranquilo! ¿Por qué corremos de casa en casa para contar la triste historia que nos aflige cada vez más que la repetimos? Y si nos quedamos en nuestra casa, ¿por qué lloramos angustiosamente pensando en cosas que tal vez no se realizarán? Bueno sería refrenar la lengua, pero mejor sería conservar el corazón tranquilo.
¡Ojalá pudiéramos estar sosegados y conocer que Jehová es Dios! ¡Quién pudiera tener la gracia de confiar en Dios! El Santo de Israel tiene que defender y librar a los suyos; no puede volverse atrás de sus compromisos. Ciertos podemos estar de que cada palabra suya permanecerá, aunque se moviesen los montes. Él es digno de nuestra fe, y si confiamos en Él, podremos ser tan felices como los espíritu delante de su trono.
Vuelve, alma mía, a tu reposo, y reclina tu cabeza en el pecho de tu Señor Jesús.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román
Sal 37:3 Confía en YHVH y practica el bien; Habita en la tierra y apaciéntate de la fidelidad (BTx 3)
Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Salmos 37:3
Creer y obrar son inseparables en el orden establecido por el Espíritu Santo. Deberíamos tener fe y esa fe debería obrar. La fe en Dios nos hace obrar santamente; confiamos en Dios para el bien, y obramos lo que es bueno. No permanecemos inactivos porque confiamos, sino que nos despertamos y esperamos que el Señor obrará por medio de nosotros.
No es nuestra condición acongojarnos y hacer mal, sino esperar y hacer bien; no podemos confiar sin obrar, ni obrar sin confiar.
Nuestros enemigos, si pudieran, tratarían de desarraigarnos, pero confiando y obrando bien, viviremos en la tierra. No iremos a Egipto, sino que permaneceremos en la tierra de Enmanuel, la providencia de Dios, Canaán del pacto de amor.
Los enemigos de Dios no podrán tan fácilmente deshacerse de nosotros, ni echarnos fuera, ni quebrantarnos. Donde Dios nos ha dado un nombre y un lugar, allí permaneceremos.
¿Y qué decir de la provisión para nuestras necesidades? El Señor ha puesto la palabra «en verdad» en esta promesa. Tan cierto como el Señor es verdadero, así su pueblo será alimentado. A ellos les pertenece esperar y hacer bien, y el Señor obrará conforme a su fe. Si no son mantenidos por los cuervos o por un Abdías, ni por una viuda, lo cierto es que serán alimentados. ¡Fuera todo temor!
La Chequera del Banco de la Fe
Traducción de Allan Román
Éxo
23:22 Si escuchas atentamente su voz y haces todo lo que te hablo,
tendré enemistad con tus enemigos y tendré aversión hacia tus
adversarios (BTx 3)
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos y afligiré a los que te afligieren. Éxodo 23:22
Cristo, el Señor, debe ser reconocido y obedecido en medio de su pueblo. El es el vicario de Dios, y habla en nombre del Padre; a nosotros nos toca hacer inmediatamente lo que Él manda. Si despreciamos su precepto, perderemos el fruto de la promesa.
¡Cuán grande es la bendición de una obediencia perfecta! El Señor establece con su pueblo una alianza ofensiva y defensiva. Bendecirá a los que nos bendicen y maldecirá a los que nos maldicen. Dios estará con todo su corazón al lado de su pueblo, y en todas sus situaciones le mostrará la más viva simpatía. ¡Qué protección nos promete! No nos preocupemos de nuestros adversarios cuando sabemos que son los adversarios de Dios. Si Jehová se ha encargado de nuestra defensa, podemos dejar en sus manos a nuestros enemigos.
Por lo que a nuestros intereses respecta, no tenemos enemigos; pero por causa de la verdad y la justicia, tomamos nuestras armas y salimos al combate. En esta guerra santa somos aliados del Dios eterno, y si diligentemente obedecemos su ley, Él promete emplear todo su poder en nuestro favor.
Por tanto, a nadie temeremos.
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Román